Su invento se le atribuye a John Ayrton Paris en 1824 que lo habría construido para demostrar el principio de persistencia retiniana,
ante el Real Colegio de Físicos de Londres, en 1824.
En aquella
ocasión, utilizó los dibujos de un papagayo y una jaula vacía para
causar la ilusión de que el pájaro estaba dentro de la jaula.
Fue muy popular en la Inglaterra
victoriana, los taumatropos de la época solían incluir pequeños versos
acompañando a las imágenes.
Además, es el precursor de otros
instrumentos más complejos: el zoótropo y el praxinoscopio, precursores a su vez del cine.
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